El mundo necesita héroes

Les comparto esta entrada que había realizado en otro blog, y pensé que en este ya estaba... pero bueno, se las dejo ahora... lo escribí hace ya un tiempo, pero nunca deja de ser actual...


El título puede parecer irrisorio, por lo que debería comenzar a definir el concepto de “héroe”. A lo que me refiero con el término “héroe” es a esa persona que es capaz de representar intereses grupales, que toma iniciativas, que nuclea las ideas de otros, que motiva y acompaña a los que tiene cerca… en fin, hablando correctamente, me refiero a un “líder”. En adelante, no volveré a llamarlo así, sino que, según la intención estimuladora de este texto, diré, simplemente, “héroe”.

Antes de describir a los héroes (no es la finalidad de mi reflexión), quiero fundamentar por qué el mundo los necesita. Existe una crisis de identidad fuerte. La fragmentación de intereses e ideas (crisis social), los problemas para llegar a fin de mes (crisis económica), y la falta de tolerancia sumada a las fuertes falencias culturales (crisis educativa), hoy producen constante crispación, confusión, decepción y desesperación. Mientras el ciudadano de a pie (Doña Rosa) se dirige a hacer sus compras al supermercado, lo más probable es que esté pensando en el aumento de los precios y la pérdida de la capacidad de ahorro, en cómo hacer para no llamar la atención de algún hijo de puta que le quiera arrebatar la cartera o el bolso para sacarle lo poco que lleva y pueda lastimarla, en cómo cruzar la esquina sin que pase algún forro con el auto y pueda chocarla… y en ese andar, se olvida de los más agradables placeres de la vida. Me dirán estúpido, pero es así, aún en los tiempos en los que vivimos. Disfrutar del aire, ver los árboles, la gente ir y venir, algún que otro chico jugando, la sonrisa de quienes saludan desde su vereda…

Me da miedo vivir en una sociedad que perdió el respeto por sí misma. Si vemos una persona accidentada, damos vuelta la cara, o si tenemos el infortunio de que nos haya alcanzado visualmente, la ayudamos sólo por el compromiso generado. Cuando nos golpean la puerta para pedirnos alguna colaboración sin fines de lucro, automáticamente repetimos que ya colaboramos con alguna organización, lo cual no será todo mentira, porque alguna vez (tiempo atrás) le dimos algunas monedas a los bomberos, la policía, los chicos pobres, al que vende estampitas en el colectivo, a los drogones que no se recuperan más, y así. Perdimos no sólo el respeto por nosotros mismos, sino también por nuestra historia, nuestros antepasados, nuestros padres y abuelos. Ir a votar es una carga, no nos interesa, no nos importa, son todos ladrones, corruptos, hijos de puta, mafiosos… y así, lo único que queremos es colarnos en la fila, pasar rápido y meter cualquier cosa en la urna.

Maldecimos al gobierno que no nos cuida, que no nos arreglan la luz, que está todo más caro, y castigamos (nos castigamos nosotros mismos) eligiendo cualquier cosa, sin importar si la EPE es de la provincia, la basura de la municipalidad, la economía del país, y la seguridad de “San Choto”. Queremos que metan presos a todos los negros, pero no hacemos ninguna denuncia por miedo a que alguien se entere… decimos basta a los golpeadores de mujeres, pero no hacemos nada cuando el vecino le levanta la mano a su esposa. Queremos que mejore el tránsito, pero no respetamos las reglas básicas (el pelotudo es el de la moto, que se cruza, o el peatón, que no mira). Queremos vivir tranquilos, pero si se cagan a piñas a la salida del boliche nos quedamos mirando como imbéciles en vez de llamar a la policía. Criticamos a los demás cuando se divorcian o separan, pero estamos dispuestos a engañar a nuestras esposas y novias, y si no consumamos, en nuestra cabeza al menos estuvo la idea y la consideramos. Carecemos de integridad moral. Estamos inmersos en una crisis de identidad gravísima. No nos comprometemos ni con nosotros mismos. Definimos nuestro propio mundo y cuidamos nuestra quintita sin importarnos lo que le pasa al de al lado. El colectivero es un hijo de puta, el taxista un chanta, el kioskero un ladrón… somos una sociedad de prejuicios. En fin, la crisis abunda. Sé que hay muchos, muchísimos grandes tipos que dejan todo por los demás, como vos, como yo, pero no alcanza.

Por eso necesitamos héroes. Personas simples, como vos, como yo, para inspirar esperanza. Necesitamos que la gente vuelva a creer. Un mundo mejor es posible, y se puede lograr con el apoyo de todos, con mejores actitudes, con respeto, con vocación, con altruismo. Los que no tenemos nada que perder somos los que más tenemos para dar. Démosle al mundo lo que no esperan de nosotros, pero que sí están necesitando. Algunos nos piden ayuda, otros están resignados. Tenemos que llevar un mensaje de esperanza: solamente necesitamos creer más en nosotros mismos. Hay que conocer el día a día de aquellos que nos rodean, valorar lo que cada uno hace.

La construcción de un colectivo superador depende del esfuerzo que los héroes pongan. Depende de nosotros.

Seamos héroes. El mundo nos necesita, y cambiar el mundo, empieza por nosotros.